UN CADÁVER PARA UN DETECTIVE

UN CADÁVER PARA UN DETECTIVE
VICENTE CORACHÁN

jueves, 28 de abril de 2011

PRESENTACIÓN EN ABACUS



Una vez conocido que con ABACUS podía hacer mi primera presentación de la novela, empecé a ponerme de acuerdo con Yolanda Ibáñez (responsable de Abacus de Sant Boi) y decidimos poner la fecha para tal evento, señalándolo para el jueves 17 de marzo a las 20:00 horas.
Pensamos que al ser un jueves, día laborable, podría haber alguna persona que tuviera impedimento en acudir y por ello se decidió que el sábado 19 de marzo (San José y días del padre) yo podría estar por la librería entre las doce y la una por si alguien se pudiese pasar en esos momentos. Estaba claro que mi intención era el que nadie se quedara sin mi presentación.
A partir de ahí fue cuando por parte de Yolanda se empezó a tomar decisiones de carteles, lugar de la tienda donde podría hacerse, como distribuirlo en la sala, los contactos con sus jefes, etcétera; y por mi parte empecé a comunicar a todos mis amigos y familiares la fecha y hora de la presentación.
No fue fácil. Salvo algunos que me comunicaban la no asistencia por problemas de horarios, y de otros que me aseguraban el que estarían para acompañarme y darme ánimos, era la gran mayoría los que me contestaban: "perfecto, si puedo asistiré", con lo cual no tenía ni idea de quiénes serían los que vendrían.
Por si acaso, fui comentándoselo también a algunos clientes (con los que tengo más afinidad), así como a compañeros de mi antiguo trabajo en la Guardia Civil y detectives que ahora tengo como compañeros de profesión, a algunos abogados con los que trabajo y a amigos del gimnasio donde acudo (casi) diariamente.
El jueves 17 de marzo, me personé en la librería media hora antes de la hora señalada. Lo hice con la intención de charlar con Yolanda y mirar si le podía ayudar en algo, pero mi sorpresa fue cuando al llegar, vi que, tanto ella como el resto de sus compañeros, lo tenía todo preparado y más que preparado. Una mesa cargada de mis libros, con un baso y una jarra de agua preparada para mi exposición, un letrero con mi nombre sobre la mesa y unas veinticinco sillas para el supuesto público asistente, además de la silueta de un cadáver dibujada en el suelo, a modo de señalar que allí había ocurrido un homicidio.
Tengo que decir que me sorprendió gratamente y que me pareció maravilloso. También tengo que decir que me asustó y al ver tantas sillas pensé en como disimular las que, seguramente, quedarían vacías.
La hora señalada para el acto era a las ocho, pero se había ido diciendo que a partir de las siete y media ya estaría yo por allí; y cual fue mi sorpresa que cuando aún no eran ni las siete y media, ya empezaron a venir algunas personas: y no eran familiares, que era a los que esperaba que pudieran llegar unos minutos antes. No, eran clientes, abogados, amigos de profesión, y mucha gente, pero que mucha gente; lo cual me hizo poner nervioso.
Eran las ocho y diez de la tarde y las sillas estaban todas ocupadas, y más gente alrededor de las librerías y estanterías, de pie, esperando que yo me sentase a explicarles de que iba mi libro. Y aún no era hora de empezar pero más de 10o personas estaban impacientes a que lo hiciera.
Yolanda y yo, aunque nos pesara, decidimos empezar antes de hora, para no impacientar al respetable, y ella me dio entrada. A ella, al igual que a mí, le delataron los nervios que estábamos pasando.
Colosal entrada, a la que no me tocó más remedio que aceptar y ponerme en situación. Eso sí, explicando primero que estaba de los nervios y que no sabía si me podría explicar en condiciones.
Poco a poco me fui entonando y serenándome, dando una charla de mi trayectoria profesional y algunas cosas de mi corta "biografía". A continuación empecé a explicar el por qué de mi novela y más tarde pasaron a hacerme algunas preguntas sobre mí y sobre la propia novela. Algunas de ellas realmente comprometidas y otras con las que me daba juego para poder gastar alguna pequeña broma.
Como colofón, al terminar, la gente empezó a aplaudir y fue cuando el corazón parecía salirse de mi pecho y las venas de mi rostro calentaban mis mejillas sin poder evitarlo.
La gente se aglomeraba delante de mi mesa, cada uno de ellos con un libro, algunos con dos y hasta tres, a la espera de que les firmara y dedicara cada uno de aquellos ejemplares.
Fueron tantos los que querían que les dedicase el libro que muchos de los conocidos se despedían amenazándome de buscarme otro día para que se lo firmara por no poderse esperar.
Maravilloso, fue un momento realmente maravilloso, del que disfruté por sentirme arropado con tantas personas a las que quiero en muchos sentidos y a las que agradecí y agradezco que en un momento como aquél, en un día cualquiera y laborable, se hubieran molestado en estar junto a mí y darme su apoyo que tomo como incondicional.
¡¡¡ GRACIAS !!!

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